Equivocarme no tiene por qué ser retroceder. Equivocarme seguro que me ayuda a avanzar. Aunque en este momento lo sienta como el mayor de los desastres, la mayor de las tormentas, equivocarme no puede ser el fin.
Soy humana y tengo el poder de hacer y deshacer en mi vida lo que me de la gana. Sólo necesito fuerza y valentía. Esta vez va a ser para siempre y eso me aterra, te quiero, de verdad que sí, pero no es suficiente. Ni soy feliz contigo ni te voy a hacer feliz a ti. Puede que haya momentos en los que parezca que estamos hechos el uno para el otro, pero son sólo rayitos de luz de una bombilla que está a punto de fundirse. Son sólo intentos por conseguir que funcione algo que yo al menos no sé a dónde nos lleva. Tengo 23 años y sin embargo siento que tengo 30 y pico. No tengo ilusión, no tengo entusiasmo. Esta chica no soy yo.
Perdóname por ponerle punto y final a esta historia, pero la vida es un libro y este capítulo no da para más. Podría sonreir y saludar, como si nada pasara, pero ya no me da la gana. Eso ya sólo me incomoda un poco más. Lo vivo como un forzarme a aparentar normalidad y no me gusta. No me gusta nada de cómo me siento en esta relación, nada de cómo somos de diferentes. Nada de nada. Necesito ordenarme y reorganizarme. Sentimiento a sentimiento, como si yo fuera una casita de ladrillos que un huracán ha dejado tambaleándose un poquito. Como si esa casita necesitara asentar sus cimientos y echarle un poquito de cemento a esos ladrillos que parece que podrían caerse de un momento a otro.
Necesito sentirme bien sin ti, aceptarme a mí misma y comprenderme. Respetarme y quererme. Ladrillo a ladrillo reconstruirme. Quiero sentirme fuerte y puedo decidir cómo empezar. Lo siento, de verás que sí. Seguro que encuentras a alguien que te pueda dar lo que deseas y con quien puedas complementarte. Te lo deseo de corazón. Hasta no sé cuándo, buen viaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario