Viajar; esto le pido a la vida. Conocer mundo me hace tan sumamente feliz... Disfrutar descubriendo paisajes nuevos, conociendo gente muy distinta. Levantarme hoy aquí y mañana allí.
El sol calienta de la misma manera en todos esos rinconcitos que exploro pero en mi interior calienta más ayudado de ese sentimiento de libertad.
Soltarme la coleta y que el viento despeine mi cabello por todo el mundo. Que jamás he sido sedentaria y no tengo edad para serlo. Todavía no.
Viajar enriquece, me hace crecer como persona. Volar entre calles de ciudades distintas es lo que más me gusta. Perderme y luego eoncontrarme.
Si tuviera que pedirle tres deseos a la vida diría que me gustaría tener una economía que permita seguir moviendome por el mundo, amigos con los que compartir esos viajes y una cámara de fotos con la que inmortalizar cada momento de esos viajes. Por mi, por ellos y por el mundo.

domingo, 15 de noviembre de 2015
miércoles, 11 de noviembre de 2015
# Me desbaratas.
Me encantas; desde el primer día. Tu desparpajo, tú sinvergüenzonería, tu descaro y tu sonrisa. Sobre todo tu sonrisa. Me encanta cuando nuestras miradas se cruzan, sin que nadie deba percatarse, siendo precavidas pero a la vez intensas. Sobran las palabras cuando me miras de esa forma. Se me dispara el pulso, se me acelera la respiración y me noto tímida. Mis mejillas se enrojecen a la vez que mi boca reclama en silencio la tuya. Y una vez más, muy a mi pesar, me debo conformar con esa falta de tanto. No aguantaré todo esto mucho más. ¿Cómo hago para decirte sin palabras que me muero por rozar tu piel? No quiero compromisos, ni etiquetas ni tampoco promesas. No te pido ni tan siquiera palabras bonitas. Sólo pruébame. Sin expectativas, sin ideas de futuro. Esta situación me resulta ya bastante insostenible. ¿Cómo le explico yo a mi cuerpo que el tuyo tal vez no lo desea? Deseo, esa es la palabra; te deseo. Una cama, entre sábanas juguemos. Dos adultos conociéndose, experimentándose, sintiéndose.
Definitivamente me encantas; desde la cabeza a los pies. Pero no te entiendo. A veces tan cercano a veces tan ausente. No te capto. No sé si es cuestión de mi inocencia o de mi falta de experiencia pero me pierdo; contigo y en ti. No es justo. Yo siempre tan expuesta a ti y tú sin embargo siempre tan escurridizo a mis sentidos. Las señales me resultan demasiado incomprensibles. No alcanzo a comprenderte, no te comprendo. Ni un beso, ni una caricia ni un abrazo. ¿Será que no te intereso? ¿Será la ausencia de señales tu recurso utilizado? Tú lo llamas respeto pero no te das cuenta de que te estás llendo por la tangente. Me podrías besar sin que el respeto se esfumara. Podríamos encontrarnos con mucho respeto. No te confundas, no es eso de lo que hablas. Aun así me es indiferente, llámalo como como tú consideres apropiado. Si decidiste buscarme fue por algo y me quedo con ese algo. No necesito más. Algo te gustó de mí y eso me vale. Nada comparable con lo que hasta ahora parece que te ha llamado la atención pero tampoco me preocupa en esceso. Hay algo en mí y eso es suficiente por ahora.
No soy lo que viene pareciendo que te entra por los ojos. Ni piernas esbeltas, ni muslos delgados, ni labios o pechos operados, ni trasero pequeño... No soy nada de esto pero soy mucho más que estereotipos sin sentido. Soy piernas deportistas, soy muslos de familia, soy labios carnosos que siempre procuran dulzura y pechos que algún día serán alimento de una nueva vida. Soy trasero cargado de aventuras y dispuesto a vivir muchas más. Soy carácter, inteligencia y madurez que interactúan constantemente con el descaro, la extroversión y el humor. Soy toques de solidaridad y chorreos constantes de afectividad. Soy soñadora e inquieta. Soy como soy, acércate a descubirme. Déjate de palabras e intenciones confusas y asómate a la ventana de mi interior. Conóceme.
Por el momento no puedo decir más, no puedo pedir más. Esperaré paciente a ver qué dice la suerte. Por el momento me desconciertas, me desbaratas.
miércoles, 21 de octubre de 2015
# Un golpe mortal.
No tengo palabras. Busco la manera de expresar todo esto que siento y no la encuentro. Muda, así es como me siento. Todo se pone tan cuesta arriba que tengo la sensación de que me estoy quedando colgada en la vida. Como el escalador que trepa por una cascada helada y le puede el cansancio. Suelta el material y se queda ahí, en medio del reto sin poder ni avanzar ni retroceder. Con la sensación de estar incluso entumecido por el cúmulo de sensaciones que recorren su cuerpo, supuestamente entrenado para la aventura. Sólo existe una diferencia entre este escalador y yo en estos momentos. Yo no puedo entrenarme para el torrente de sucesos que es la vida. Por mucho que lo intente no me encuentro ante una cascada de características estáticas. Tanto es así que tal vez lo único que pueda ejercitar sea la comprensión de que eso es así. La vida me sorprende y lo seguirá haciendo. Me pillará desprevenida en muchas ocasiones. A veces seguro que hasta indefensa. Y tendré que escalar. Sacar las fuerzas más remotas de mi ser y enfretarme a la cascada helada que tenga delante. Recopilar el mejor de mis equipos de escalda, ponerme la chamarra de la valentía y tirar para adelante. Porque huir no sirve de nada. Paliaría el sufrimiento en ese momento puntual pero la vida tarde o temprano me volvería a colocar ante esa situación a la que no quisiera plantarle cara. Porque es así, no hay de otra.
Ni avanzar ni retroceder. Demasiado peso en mi mochila. Esto me supone mucha carga. Miro a mi alrededor y pocos compañeros de aventura a los que les pueda pasar algo de este peso. No porque me acompañen pocas personas sino porque no todas ellas serán capaces de comprender que necesito desprenderme de este peso. No sabrán qué hacer con todas estas piedras que me sobran y que me impiden seguir. Y yo ahora mismo necesito urgentemente que me ayuden a aligerar esa mochila. No hay tiempo para explicaciones ni aclaraciones. Dame este apoyo que tanta falta me hace ahora y cuando alcance la cima de la cascada hablamos y te doy respuestas a todas esas preguntas que ahora no me siento capaz de contestarte. No me juzgues, yo no decidí escalar esto, la vida me volvió a pillar mirando para otro lado. No tuve ni tiempo de buscarme un buen casco y a medida que voy intentando avanzar en ella los cachitos de hielo que se van desprendiendo me golpean de lleno. Me encuentro magullada.
A pesar de todo poco a poco voy reuniendo fuerzas para srguir escalando. Hasta que llego a un punto en el que la cascada se empieza a desprender. Por su propio peso. Demasiada pendiente tal vez. Me quedo de nuevo inmovil viendo cómo a mi alrededor se va resquebrajando aquello por lo que había comenzado a escalar. Y me invade la pena, me ahoga la culpabilidad pensando que a lo mejor fui yo la que causó este desprendimiento al haber dado algún paso en falso. Y ya no puedo más. Grito y lloro sin hayar consuelo. Me ahoga el miedo de que la fractura se extienda a todo este hielo que me rodea. Y miro hacia el suelo. Si caigo ahora el golpe será tremendo. Es probable que si eso ocurre no consiga volver a escalar en mucho tiempo. Eso no puede ser, la vida sigue y con ella aparecerán otras muchas cascadas más. No puedo caer.
Me siento agotada. No puedo más. Cierro los ojos y me esfuerzo por escuchar mi respiración para intentar calmarme. Pero las emociones me desbordan. No sé si esta vez alcanzaré la cima. Por el momento me quedaré aquí, colgada. Cubriendo mi cuerpo para que ninguno de los trozos de hielo que siguen desprendiéndose me propicie un golpe mortal.
jueves, 1 de octubre de 2015
# Volar sin tener alas.
Desorientada, perdida, indecisa, frustrada... un torbellino de sentimientos se anudan a mi estómago haciendo que todos mis sentidos se atrofien. Qué paradójico todo, ¿verdad? Tanto tiempo rogándole a la Luna que me permitiera amar y cuando parece que por fin las estrellas deciden arrojarme su luz para marcarme el camino, me doy cuenta de que me hallaba caminando por un callejón sin salida. Es irónico totalmente que tus expectativas, tus metas, tus sueños e incluso tu forma de ser se vean anuladas cuando por fin el cielo parece que escuchó tus plegarias. Qué bajo siento haber caído al sustituir las tantas noches en vela llorando por creer no resultar atractiva, por pensar que la valía de una mujer se mide por el hecho de tener o no tener una persona que le ame a su lado, por a derramar mis lágrimas por el que confié que sería "mi hombre para toda la vida". Qué duro me resulta haberme dado cuenta de que él no es más que un chico que no me llena, alguien que jamás podrá completarme. Cuántas veces este maldito tema se ha hecho protagonista de nuestras conversaciones... maldita mi suerte y mi mala suerte. Malditas mis ideas de adolescente que tanto me han costado desarraigar de mis adentros. Malditos complejos que me han condicionado siempre y no consigo que dejen de hacerlo. Maldita la hora en la que me equivoqué una vez más. Duelen tanto las profecías autocumplidas... Intenté hacerlo de la mejor manera posible pero ni de lejos lo he conseguido y una vez más me cruzo frente al espejo con mi mirada exigente, juiciosa y agresiva. Me encuentro de nuevo ataviada con mi vestido de inseguridades ciñendo mi piel y sin tener claro qué es lo que ha pasado, en qué punto me resigné y empezó mi subconsciente a darle más importancia a ti que a mis propias ilusiones.
Pasan los días, me empleo a fondo por ocupar las horas pero es inútil, sigo sufriendo. Cada pensamiento va acompañado de un sin fin de sensaciones que me van punzando el alma, esa que tanto me costó desnudar delante de ti. Me siento triste porque te prometo que quise que funcionara. Defraudada por...realmente ni lo sé. Molesta porque tengo miles de millones de sentimientos enfrentados. Desanimada porque ya no me quedan fuerzas para luchar por algo que mi corazón sabe que es un fracaso. Fracasada porque todo se ha desmoronado. Insegura por no saber cómo irá todo a partir de este final. Al fin y al cabo siempre me dijeron que no hay más historia que narrar tras un punto y final.
Todo esto se me complica, todo esto repetidas veces me aplasta hasta dejarme casi sin aire pero aun así, me gustaría decirte que lo intenté ciegamente. Cuando dudas de si alguna vez te he querido cada palabra se me clava en el corazón y este parece latir más despacio, haciéndome sentir débil. Si de verdad te asaltan esas dudas tal vez sea porque has sido tú quien después de todo nunca has aprendido a amarme con el corazón, desinteresadamente y sin que nada más importe.
No sé si esto es lo correcto pero si de algo estoy segura es de que así lo he querido por lo menos por el momento. Así que por favor te pido, si alguna vez te he importando, que no insistas. El echo de que yo haya encontrado la valentía para intentar empezar un nuevo capítulo en mi vida no significa que sea indiferente a lo que a ti respecta. Porque aunque tú lo dudes yo sé que te he querido, que te he amado como no sabía que se podía. No quiero que desaparezcas sólo te pido que de momento te ausentes porque cada cosa tiene su momento y este no es el nuestro. Tal vez dentro de un tiempo podamos volver a compartir anécdotas entre sorbos de café pero si llega ese día que sepas que te miraré con ojos de amistad. Esto se ha roto, no te encierres en pretextos carentes de sentido; quédate con que fuimos muy felices. Y por favor te pido, no me busques, no me escribas, no juegues a mandarme recuerdos atrapados en fotografías. Esto se acabó, déjame ir, quiero volar sin tener alas.
Pasan los días, me empleo a fondo por ocupar las horas pero es inútil, sigo sufriendo. Cada pensamiento va acompañado de un sin fin de sensaciones que me van punzando el alma, esa que tanto me costó desnudar delante de ti. Me siento triste porque te prometo que quise que funcionara. Defraudada por...realmente ni lo sé. Molesta porque tengo miles de millones de sentimientos enfrentados. Desanimada porque ya no me quedan fuerzas para luchar por algo que mi corazón sabe que es un fracaso. Fracasada porque todo se ha desmoronado. Insegura por no saber cómo irá todo a partir de este final. Al fin y al cabo siempre me dijeron que no hay más historia que narrar tras un punto y final.

No sé si esto es lo correcto pero si de algo estoy segura es de que así lo he querido por lo menos por el momento. Así que por favor te pido, si alguna vez te he importando, que no insistas. El echo de que yo haya encontrado la valentía para intentar empezar un nuevo capítulo en mi vida no significa que sea indiferente a lo que a ti respecta. Porque aunque tú lo dudes yo sé que te he querido, que te he amado como no sabía que se podía. No quiero que desaparezcas sólo te pido que de momento te ausentes porque cada cosa tiene su momento y este no es el nuestro. Tal vez dentro de un tiempo podamos volver a compartir anécdotas entre sorbos de café pero si llega ese día que sepas que te miraré con ojos de amistad. Esto se ha roto, no te encierres en pretextos carentes de sentido; quédate con que fuimos muy felices. Y por favor te pido, no me busques, no me escribas, no juegues a mandarme recuerdos atrapados en fotografías. Esto se acabó, déjame ir, quiero volar sin tener alas.
jueves, 26 de marzo de 2015
# Respira profundo.
No dejes de soñar.... ¿Cuántas veces nos han dicho esta frase o la hemos leído por ahí? No me alcanzan los dedos de las manos y de los pies para contarlas. Algo tan oído, tan aparentemente sencillo que resulta a la hora de la verdad tan sumamente complejo.
La vida es una noria, a veces te encuentras arriba, dejándote llevar, disfrutando de las vistas y otras, sin embargo, cerquita del suelo, agarrándote fuerte al asiento para no caerte y salir magullado. Este ciclo es lo que convierte el soñar en algo tan difícil, algo que a veces parece quedar muy lejos de nuestro alcance. La vida nos pone a prueba muchas veces, en muy diversas situaciones, y es en esos momentos cuando nuestra capacidad para soñar nos salva. Porque los sueños forman parte de nuestra identidad, ellos nos ayudan a recordar quiénes somos, cuáles son nuestros objetivos y hacia dónde queremos dirigir nuestras actitudes y comportamientos.
Cuando soñamos somos capaces de cerrar los ojos y visualizar perfectamente aquello que queremos alcanzar o que nos gustaría que ocurriera. Sólo con cerrar los ojos experimentamos una cantidad infinita de sentimientos, esos que envuelven nuestros sueños y, al menos yo, noto que vuelo. Me permito sentir despreocupación respecto a lo que pasa a mi alrededor en la vida real; en ocasiones resulta todo tan formal y perfectamente ordenado que me anula la capacidad de soñar. Y no quiero que eso ocurra.
En ocasiones la vida te pone tan al límite que te desorientas y olvidas tus sueños. Parece que lo que antes te parecía maravilloso, te entusiasmaba y por lo que pretendías luchar ya no te emociona, ya no te parece tan estupendo. Entonces cierras los ojos y te paras a sentir, a escuchar lo que tu cuerpo quiere y tiene que decirte. Y entonces recuerdas, tu memoria se llena de esos sentimientos que tus sueños te provocan y vuelas; y vuelves a encontrar el sentido de tu vida, el que te hace levantarte cada mañana y seguir caminando.
Caminar resulta más sencillo cuando tu cuerpo se siente impulsado por los sentimientos tan extraordinarios que provoca el amor. Amar a alguien siempre puede ser mágico tanto si está siendo una realidad como si simplemente se limita a ser uno de tus sueños. Soñar que algún día ese alguien por quien eres capaz de perder la cabeza te coge de la mano y te pide que te quedes a su lado. Soñar que con sólo mirarle a los ojos se podría producir un incendio. Soñar que nuestras lenguas se enredan en besos que desbordan pasión. Soñar que mi sueño de tener un amor con aquel hombre que un día de verano me ilusionó acariciándome las mejillas se hace realidad por fin. Soñar que los imposibles también se hacen posibles y que por ello es posible que tú te acuerdes de mi tanto como yo me acuerdo de ti, que tú me extrañes tanto como yo lo hago, que tú sientas esa misma necesidad de verme que yo siento cuando miro las fotos en las que aparecemos juntos. Soñar que cambiarías hasta el último detalle de tu mundo por crear uno nuevo en el que tú y yo fuésemos el Sol que ilumina nuestras caras al amanecer en la misma cama.
Soñar puede a veces devolverte la vida, así que no temas ni te sientas torpe si te sorprendes a ti misma soñando despierta. Si eso ocurre sólo disfruta, toma aire y respira profundo.
Soñar puede a veces devolverte la vida, así que no temas ni te sientas torpe si te sorprendes a ti misma soñando despierta. Si eso ocurre sólo disfruta, toma aire y respira profundo.
domingo, 15 de febrero de 2015
# Sin pedir permiso.
Las palabras sobran. Sobra decir que el tiempo se pasa, los amigos se van pero los recuerdos permanecen. Sobra decir que es por eso que muchas veces la mochila que cargamos a nuestra espalda resulta demasiado pesada; los recuerdos la desbordan. Entonces, en esos momentos en los que parece que ya nada más cabe, que ya todo pesa de más, alguien se decide a abrir tu mochila y echar un vistazo dentro. Reorganiza lo que llevas en ella, deja fuera todo aquello que sobra y la vuelve a cerrar. Sin pedir permiso, así porque sí. De repente te notas ligera, menos encorvada ante lo que pueda venir. Y das gracias. Agradeces que cuando la vida te ahoga, cuando ya ni un hilillo de voz es capaz de nacer entre tus cuerdas vocales, cuando cada lágrima que resbala por tu mejilla es un puñal que te han clavado en el corazón, aparezca alguien que desinteresadamente te tiende sus manos. Y son esas manos las que se entrelazan con las tuyas y las que fundiendo su fuerza con la que nace de ti consiguen arrancarte esos puñales que tan dentro del alma estaban. Son esas manos las que además se quedan para curar la herida y acariciar tu corazón cada vez que se resiente. Y das gracias porque en la vida todo pasa pero hasta que eso pasa no ves que se pase ni que se vaya a pasar.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)