Me resulta curioso... Es la primera vez que quiero escribir y no lo consigo. No encuentro las palabras que alcancen a expresar la magia que me haces sentir. Y es que eres excepcional, maravilloso, atípico... Como si hubieras llegado de otro planeta, hecho a medida para mí; "para tu, popete", como tanto nos divierte decir.
A medida que me salen las palabras, sigo teniendo la sensación de que tú seguirás estando en un nivel superior, por encima incluso de la frase más bella que consiga estructurar, incluso del relato poético mejor redactado. Y es que tu atractivo va más allá de deleitar a los sentidos. Tu estructura mental, tu inteligencia, la visión que tienes del mundo, tus principios, tus valores... Me he quedado enganchada. No quiero vivir ya sin ellos, sin ti. Y no hablo de dependencia emocional, no nos alarmemos. Hablo de haberme topado con mi alter ego. Hablo de haber descubierto un mundo que gira en mi misma dirección. Como lo lees, nada de satélites que giran en torno a mi mundo, no. Esta vez he avanzado de nivel, por fin.
Te amo. Porque contigo no necesito ni caretas ni espadas. Me permites ser, me animas a ello.
Te amo. Porque has sabido llegar al epicentro de mis terremotos, sabiendo incluso regular la fuerza de sus movimientos.
Te amo. Porque eres casa, vida y paz.
Te amo. Porque nos compenetramos como la aguja y el secundero de un reloj. Somos equipo.
Te amo. Porque me empujas a evolucionar, acompañándome en el camino o esperándome siempre al otro lado.
Te amo. Porque nacen estrellas cuando nuestra inteligencia emocional se funde en un baile del que sólo tú y yo conocemos la letra.
Te amo. Por ser humano, humilde, amigo, confidente, amante y compañero. Y por ser tú en cada una de esas facetas.
Te amo. Porque sólo tú has sido capaz de llegar al fondo del mar que hay en mis ojos. Atreviéndote a navegarlos y consiguiendo calmar las tormentas que en ellos ocurren.
Te amo. Por besarme el alma, la boca y el cuerpo.
Te amo, por amar mis defectos y virtudes.
Te amo... De verdad, de la forma nueva que ahora sé.
No te vayas, que cada vez que me despido de ti mi alma llora desgarrada, como si no fuera a haber una próxima vez.
Ojalá siempre quieras srguir siendo el columpio que cada día me eleva al cielo, devolviéndome a su vez a la tierra, en lo que es el transcurso del vivir.
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