sábado, 23 de febrero de 2013

# No te culpes por ello.

Mi ritmo de vida parece distinto. Me agobian los sitios llenos de gente, ese ruido de copas en un garito abarrotado o la sonrisa exagerada de un niño que desafía a su madre desde lo alto de un tobogán.
Me asustan las responsabilidades pero me ofendo si creen que no puedo con ellas. No soporto la hipocresía del mundo en el que vivimos ni tampoco la superficialidad de su gente.

Vivo con miedo de que llegue un momento en el que no recuerde cómo sonreír y me tiemblan las piernas cuando me doy cuenta de que poco a poco voy perdiendo la fe en el amor; ese que me hicieron creer que era el rey de los reyes, ese que la gente finge a cuenta de no sé qué, ese que a quien envuelve le hace ver la vida de otra forma pero, que, si se va, te lleva con él; si desaparece, desapareces con él. Y es que... ¿qué nos queda si no queda amor? En un mundo en el que nos mueve el  dinero, la envidia, el poder y la avaricia, si no tienes amor date por perdido.
 
De ahí que mi ritmo de vida sea distinto. Estoy perdida, y, de momento, no parece que divise tierra. Tengo la isla del cariño pero... ¿acaso eso es suficiente? Aprendimos a ser inconformistas y nadie nos enseñó a desaprender. Queremos todo y no nos sirve con sólo un algo.  ¿Algo es algo y menos es nada? ¡Venga ya! No me hagas reír. Tú, al igual que yo, le tienes pánico a vivir sin escuchar cómo suena un "te amo" sincero. El "Te Quiero"lo has oído muchas veces. Tus padres, tus amigos...

En los tiempos que corren los sentimientos han triplicado su valor en oro, y, aunque digan lo contrario, todos buscamos un "PARA SIEMPRE". No te empeñes en fingir, somos así de primitivos. Nos hicieron así, no te culpes por ello.


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