miércoles, 5 de octubre de 2011

# Miedo.

A veces no puedo evitar ser cobarde, canalla, alguien que tiene miedo hasta de su propia sombra.
Porque temo despertarme un día y no ver el sol, abrir los ojos y no ver. Temo caminar sola por la calle, gritar y que nadie me escuche. Temo sonreir sin ganas, no tener un motivo por el que una carcajada pueda escaparse de mi boca y sí, tener mil motivos para derramar una lágrima. Temo que me persigan. Temo los problemas que me surgen durante el día y las sombras que abundadn en la noche. Temo a la suerte y al no tener suerte. Temo no dejarme querer, enamorarme y ser rechazada. Temo el fracaso, pero también temo no arriesgar. Temo tropezar y caerme en la montaña. Temo que llegue un día en el que no pueda caminar por la playa a la orilla del mar. Temo el momento de hacer el amor pero también temo no ser madre.

Temo que nunca nadie me eche de menos o extrañar hasta tal punto que esa añoranza se convierta en tener necesidad de esa persona. Temo el silencio, que me manden callar. Temo las palabras. Temo no volver a oír jamás un te quiero sincero. Temo la malicia y la bondad en exceso. Temo las guerras pero también temo no luchar por lo que ansío. Temo quedarme sin voz antes de decirle a la persona que amo lo mucho que me hace sentir. Temo al amor. Temo preferir sufrir por amor que amar. Temo que los sentimientos no duren toda la vida, que la vida dure sin sentimientos. Temo que nadie confíe en mí, pero también temo temer hasta el punto de no confiar en nada ni en nadie. Desearía ser valiente y afrontar mis miedos pero me temo que soy así.

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