domingo, 15 de febrero de 2015

# Sin pedir permiso.

Las palabras sobran. Sobra decir que el tiempo se pasa, los amigos se van pero los recuerdos permanecen. Sobra decir que es por eso que muchas veces la mochila que cargamos a nuestra espalda resulta demasiado pesada; los recuerdos la desbordan. Entonces, en esos momentos en los que parece que ya nada más cabe, que ya todo pesa de más, alguien se decide a abrir tu mochila y echar un vistazo dentro. Reorganiza lo que llevas en ella, deja fuera todo aquello que sobra y la vuelve a cerrar. Sin pedir permiso, así porque sí. De repente te notas ligera, menos encorvada ante lo que pueda venir. Y das gracias. Agradeces que cuando la vida te ahoga, cuando ya ni un hilillo de voz es capaz de nacer entre tus cuerdas vocales, cuando cada lágrima que resbala por tu mejilla es un puñal que te han clavado en el corazón, aparezca alguien que desinteresadamente te tiende sus manos. Y son esas manos las que se entrelazan con las tuyas y las que fundiendo su fuerza con la que nace de ti consiguen arrancarte esos puñales que tan dentro del alma estaban. Son esas manos las que además se quedan para curar la herida y acariciar tu corazón cada vez que se resiente. Y das gracias porque en la vida todo pasa pero hasta que eso pasa no ves que se pase ni que se vaya a pasar.